Josef Koudelka y aquella Primavera

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Por Humberto Acciarressi

"Praga -si no se pliega o no la pliegan- puede alumbrar unas bases de convivencia con una amplia perspectiva de futuro. Es decir, Checoslovaquia puede consumar su evolución hacia un socialismo humanista y democrático o puede fracasar, abrumada por las presiones de su poderoso enemigo". Eso escribía, en mayo de 1968, Miguel Delibes, testigo de lujo de los acontecimientos que se sucedían en tierra checa desde enero de ese año. El escritor había sido invitado para hablar en varias universidades sobre la novela española y había viajado acompañado de su esposa. Mientras, los checoslovacos vivían una experiencia inédita en varios lustros: discusiones en bares y aulas, levantamiento de la censura a los medios de prensa, revisión de lo actuado por el PC checo hasta la asunción de Alexander Dubcek al frente del mismo. El mundo tenía los ojos puestos en Praga y quienes se atrevían a desafiar la burocracia y el autoritarismo soviético confiaban en el mundo. Era un ida y vuelta que comenzó a esfumarse cuando, el 20 de agosto, las calles de la vieja y prestigiosa Praga comenzaron a temblar con la llegada de 2.300 tanques de la URSS y sus aliados del Pacto de Varsovia, y los camiones y blindados que transportaban más de 300 mil soldados. Represión, purgas, exilados, muertes, fueron apenas algunas de las consecuencias de ese momento en que las tropas soviéticas pusieron fin a lo que la historia conoce como la "Primavera de Praga". El día anterior a la invasión, había llegado a la capital checa un fotógrafo que estaba obsesionado con un tema casi excluyente: los gitanos. Por cierto que hacía otras cosas, pero no era mucho lo que le interesaba el fotoperiodismo. Lo que no sabía Josef Koudelka era que, en el futuro, sus fotografías estarían en el top de los mejores reportajes del siglo XX. Así como había llegado unas horas antes que los tanques soviéticos, en los días subsiguientes no hizo otra cosa que tomar, febrilmente, esas fotos que inmortalizan, mejor que ningún otro documento, aquellos días trágicos de Praga y su primavera derrotada. Esas fotografías salieron de Checoslovaquia con bastantes problemas, y recién un año más tarde fueron distribuidas a todo el planeta por la agencia Magnum, a la que se sumaría Koudelka. Esas imágenes de un mundo que ya no existe, y gracias al ojo artístico de un fotoperiodista que nunca soñó con serlo, pueden ser disfrutadas por primera vez en el país, en el marco del Festival de la Luz que los porteños viven en estos días.

(Publicado en La Razón, de Buenos Aires)

Magnum, la agencia de fotografía que cambió el fotoperiodismo Leer más en Suite101: Magnum, la agencia de fotografía que cambió el fotoperiodismo

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Robert Capa fundó hace más de 60 años una cooperativa fotográfica independiente que sigue siendo un referente para los profesionales de la imagen.

Pocos nombres dicen tanto a un fotógrafo como el de Magnum Photos. Fue una de las primeras cooperativas fotográficas en la que sus socios poseían y administraban enteramente sus derechos y 63 años después es todavía sinónimo de prestigio y calidad. Según su propia presentación, la agencia relata la crónica mundial a través de la "poderosa visión personal de los fotógrafos que la componen".

En sus archivos se encuentran un millón de imágenes que documentan de forma artística gran parte de los eventos históricos del siglo XX, desde el final de la II Guerra Mundial hasta nuestros días, así como impresiones de la vida cotidiana o personajes de la vida pública.

La página web de Magnum muestra los trabajos de 79 fotógrafos, entre ellos nombres de la talla de Josef Koudelka o Susan Meiselas, que actualmente proveen de fotografías a la prensa, a editores, anunciantes, televisiones, galerías y museos de todo el mundo.

El espíritu independiente de Robert Capa y George Rodger

Los fundadores de Magnum, el húngaro Robert Capa y el británico George Rodger, se conocieron en la isla de Capri en 1943, cuando el primero invitó a Rodger a su trigésimo cumpleaños sin conocerlo. Durante los seis días que el fotógrafo británico permaneció en la isla, Capa comentó la idea que rondaba en su cabeza desde hacía tiempo: unir fuerzas con buenos fotógrafos para trabajar de manera independiente y decidir libremente las imágenes que captar para plasmar su visión del mundo.

En la memoria de Rodger se grabó el planteamiento de Capa de que "hoy no cuenta y el mañana no cuenta. Lo que cuenta es cuántos clichés tienes en el bolsillo al final del partido y si aún estás en el juego".